La primera aparición de tenistas españoles en Roland Garros data de 1925, cuando el torneo parisino abrió sus puertas a jugadores extranjeros independientemente de los clubes a los que pertenecieran.
Hasta ese momento y desde su nacimiento en 1891, el Campeonato de Francia, como oficialmente se denominaba, únicamente admitía tenistas de clubes franceses, lo que no impedía distintas nacionalidades entre sus miembros, como el británico Briggs, primer campeón.
En 1925, los organizadores del torneo deciden abrirlo al resto de países y derogar la obligatoriedad de pertenencia a un club francés, pasándose a denominar Internacionales de Francia, cuyo primer año es considerado por la ATP como la edición inaugural de Roland Garros.
No obstante, no sería hasta 1928 cuando comenzó a popularizarse el nombre del reconocido aviador fallecido durante la I Guerra Mundial como denominación del torneo tras el cambio de sede y la inauguración de las pistas actuales construidas para la disputa de la final de la Copa Davis de ese mismo año, en la que Francia defendería el título conseguido ante Estados Unidos en 1927. Previo a la apertura del complejo de Roland Garros, el torneo parisino se disputó en varias sedes como el Stade Française, las pistas de Croix-Catelan o el parque de Saint Cloud.
Precisamente en Saint-Cloud tuvo lugar la celebración del campeonato de 1925. La apertura internacional del torneo provocó que acudieran hasta París tenistas de muy diversas partes del mundo como Colombia, India, Grecia o Australia.
Entre las naciones que asistieron al torneo figura España, que estuvo representada por seis tenistas, tres hombres y otras tantas mujeres.
En el cuadro masculino, Eduardo Flaquer y Raimundo Morales, que partían como decimotercer y decimoquinto cabeza de serie respectivamente, y Luis de Olivera, que ya se convirtió en el primer español en competir en Wimbledon en 1920, fueron los tenistas hispanos que participaron en aquella primera edición, realizando un digno papel.
Flaquer fue el español que llegó más lejos en la competición al alcanzar los cuartos de final después de dejar en el camino a los franceses Maxime Guillemot y Pierre Canivet y al colombiano Restrepo, cuarto cabeza de serie, para ceder finalmente ante el mítico Rene Lacoste, que acabaría llevándose el torneo e iniciaría su leyenda.
Por su parte, los otros dos españoles quedarían eliminados en octavos de final. Raimundo Morales, después de un inicio esperanzador en el que derrotó a sus dos primeros rivales sin ceder ningún set, sucumbió ante el segundo favorito, el belga Jean Washer, por 7-5, 6-3 y 6-2.
Mientras, Luis de Olivares superaría la primera ronda por ausencia de su rival y, tras vencer a Jacques Arago, caería en tres sets ante el francés Paul Feret.
En lo referente al cuadro femenino, las españolas tuvieron un papel más discreto que sus compatriotas, pues se marcharían de París con tan solo una victoria.
Tanto Lilí Álvarez como Isabel Fonrodona accedieron directamente a la segunda y, por su parte, Rosenbaum tuvo que ganarse el pase derrotando a la francesa Daisy Wyns-Speranza.
En la siguiente eliminatoria acabaría la aventura de las españolas en su primer Roland Garros, pues Lilí Álvarez caería ante la griega y cabeza de serie número cinco, Helene Contostavlos, mientras que Isabel Fonrodona no podría superar la francesa Descleres y Rosenbaum se despedía del torneo al ser derrotada la británica Kitty Mckane.