La inauguración del Vicente Calderón

El 2 de octubre de 1966, el Atlético de Madrid y el Valencia inauguraban el nuevo estadio del equipo rojiblanco en la orilla del río Manzanares después de más de cuatro décadas de vida en el Metropolitano.

A mediados de los años 50, el crecimiento del club y de su masa social hizo que el campo del Atlético de Madrid no cumpliera las demandas de sus aficionados y se quedara pequeño. Ante esta situación, los dirigentes del club tuvieron que plantearse diversas alternativas para dar cabida a todos sus socios y seguidores que querían ver los partidos de su equipo.
Las opciones que se barajaron para solventar la situación fueron dos; ampliar el Estadio Metropolitano o trasladarse a un nuevo campo en otra ubicación.
Debido al coste que había que afrontar para las obras en el Metropolitano y la oportunidad que podía suponer trasladarse a un nuevo recinto financiado con la venta de los terrenos del antiguo campo, la directiva del Atlético, con su presidente Javier Barroso a la cabeza, defendió en una Junta General celebrada en julio de 1957 las ventajas del traslado.

En un primer momento se especuló con la posibilidad de construir un estadio para cerca de 150.000 espectadores en un espacio cedido por Junta de Gobierno de la Universidad en la Ciudad Universitaria, sin embargo, esta idea fue rápidamente rechazada por el sector educativo, que ni se llegó a plantear ceder sus terrenos para un fin extrauniversitario.

Tras varios meses de incertidumbre, el Atlético de Madrid adquirió a mediados de 1958 unos terrenos por 11 millones de pesetas entre los puentes de Segovia y de Toledo en la ribera del río Manzanares, cuatro veces mayor que el espacio utilizado en el Metropolitano, con la intención de levantar allí su flamante estadio y diversas instalaciones deportivas, aunque esta acción y no la de ampliación del Metropolitano, que aún no había sido descartada totalmente, debería ser aprobada en una Junta General que se convocó para el 7 de septiembre.
Como era previsible, la propuesta de la directiva del club fue aprobada por aclamación y el proyecto de construcción del nuevo estadio, cuyo arquitecto sería el propio presidente Barroso junto a Miguel Ángel García Lomas, fue refrendado.

El plazo para la construcción del estadio, que albergaría alrededor de 110.000 espectadores, se fijó en menos de dos años, tiempo durante el que el Atlético de Madrid jugaría en el Metropolitano hasta que se confirmase su venta.
No obstante, lo que parecía un proceso rápido se transformó en una película de dificultades que demoraron mucho en el tiempo la inauguración del nuevo campo.

En primer lugar hubo dudas sobre el inicio de las obras, e incluso se llegó a pensar en el desistimiento del proyecto, debido a los problemas de acceso que podría originar la construcción del Manzanares, nombre con el que se bautizó al nuevo estadio. Sin embargo, un informe favorable del Ayuntamiento el 29 de noviembre de 1958 daba luz verde definitiva al inicio de las obras y alejaba las dudas surgidas.
Solo unos días después, el 7 de diciembre, el capellán del Atlético bendecía los terrenos donde se edificaría el estadio en un acto presenciado por cerca de 5.000 personas y al que acudieron numerosas personalidades políticas y deportivas del país.
Después de varios meses de retraso, las obras comenzaron el 3 de agosto de 1959 con la idea de que el Manzanares pudiera ser estrenado en la temporada 1961-1962, aunque de nuevo más retrasos en las obras obligaron a retrasar la fecha de apertura prevista hasta principios de 1962.

Sin embargo, el mayor revés llegó en el año 1961 cuando las obras fueron paralizadas en varias ocasiones. En primera instancia, el club esgrimió discrepancias con la empresa constructora pero, finalmente, se hicieron públicos los problemas económicos que impedían proseguir con el proyecto.
En este contexto, el club tuvo que solicitar un crédito bancario y acelerar la búsqueda de un comprador de los terrenos del Estadio Metropolitano, sobre la cual recaían las opciones de continuidad de las obras del Manzanares.
No obstante, hubo que esperar hasta mayo de 1963 para que el presidente Javier Barroso anunciara en la Junta General del club un principio de acuerdo con una constructora extranjera para la venta del Metropolitano por 95 millones de pesetas.

A pesar de que la compra y entrega del Metropolitano se había acordado para el 30 de junio de 1963, problemas burocráticos respecto a la obtención de las licencias oportunas para llevar a cabo el proyecto de la empresa compradora en los terrenos del Metropolitano hicieron que el Atlético de Madrid siguiera disputando sus partidos allí al inicio de la temporada 1963/1964, dejando a un lado, al menos momentáneamente, el acuerdo que había alcanzado con el Real Madrid para la disputa de los partidos del equipo rojiblanco como local en el Santiago Bernabéu.

El panorama a principios de 1964 era poco alentador. Los problemas económicos persistían y la trayectoria deportiva del equipo era muy decepcionante, penúltimo en la Liga con apenas dos victorias en catorce partidos y eliminado por la Juventus de la Copa de Ferias, lo que derivó en la dimisión de la directiva y en la proclamación de Vicente Calderón como nuevo presidente en marzo de ese mismo año.

La idea de Calderón respecto al campo rojiblanco era la de continuar en el Metropolitano con su pertinente remodelación, pero la imposibilidad de revertir el acuerdo de venta llevó al nuevo presidente a retomar el proyecto del Manzanares y retomar las obras lo antes posible, aunque evitando lujos innecesarios y reduciendo considerablemente el aforo.
Lo que sí consiguió Calderón fue un considerable aumento del precio de venta del Metropolitano en abril de 1964.
La nueva directiva consideró que el comprador no había ratificado el compromiso adquirido ni abonado parte del montante económico a tiempo, por lo que estimó que renunciaba a la transacción.
Ejecutada como tal esta renuncia, el Atlético se benefició de la revalorización de los terrenos por parte de la Comisaría de Urbanismo para firmar un nuevo contrato de venta por casi trece millones de pesetas más que el anterior.

Quedaba cerrada así otra vez la venta del Metropolitano y se reemprendía el proyecto del nuevo estadio, aunque siguieron surgiendo rumores como la adquisición de unos terrenos en la carretera de Valencia para instalar el feudo colchonero, ya que incluso el propio Calderón no descartaba encontrar una solución mejor a la reanudación de las obras en el Manzanares.
Finalmente, en mayo de 1965, se tomaba la decisión definitiva de continuar la construcción del Estadio del Manzanares, a pesar de un último intento de revender los terrenos, y se solicitaba una nueva prórroga para poder continuar en el Metropolitano hasta el término de las obras que se reanudaron el 14 de junio de 1965.

A pesar de que la fecha estipulada para finalizar la primera parte de las obras que ya permitiría disputar partidos en el Manzanares con una capacidad cercana a los 30.000 espectadores era noviembre de 1965, un nuevo traspiés, en este caso las torrenciales lluvias caídas sobre Madrid en el otoño, hizo imposible el cumplimiento de los plazos.

Después de varios retrasos más en las obras, se fijó el inició de la temporada 1966/1967 la fecha final para la inauguración del nuevo estadio, curso en el que el Atlético defendía el título liguero.
Sin embargo, el debut en Liga en el Manzanares que debería haber tenido lugar en la segunda jornada el 18 de septiembre ante el Barcelona tuvo que ser aplazado por la imposibilidad de ultimar todos los trámites administrativos, ya que, según parece, el Atlético no disponía de la licencia municipal. De hecho, el siguiente partido como local del Atlético de Madrid en el calendario ante el Valencia también estuvo en duda hasta el último momento hasta que se obtuvo el visto bueno del Sindicato del Espectáculo para abrir el estadio.

Así, tras más de ocho años desde la adquisición de los terrenos, el 2 de octubre de 1966 se inauguraba el Estadio Manzanares con el partido entre el Atlético de Madrid y el Valencia que concluyó con empate a un tanto y cuyo primer gol fue obra de Luis Aragonés.

Sin embargo, aún quedaba pendiente de finalizar la tribuna principal y los problemas continuaron surgiendo alrededor del nuevo estadio.
Al margen de la delicada situación económica del club que obligó a pedir un nuevo crédito, el Ayuntamiento de Madrid solicitó la paralización de las obras y la restitución de los terrenos al considerar que habían sido indebidamente ocupados y que principalmente se pretendían para la construcción de la autovía del Manzanares, actual M-30. Finalmente, a principios de 1968, la renuncia del Atlético a la instalación de una pasarela sobre el río y el acuerdo para proyectar la construcción de la carretera por debajo de la tribuna principal solventaron la situación.

Antes de la finalización de las obras, la Junta General del Atlético de Madrid el 14 de julio de 1971 aprobó rebautizar el Estadio de Manzanares como Vicente Calderón en honor al presidente del club que había logrado culminar un proyecto que superó muchísimas adversidades. El primer partido bajo la nueva denominación se disputaría el 11 de septiembre de 1971 entre el Atlético de Madrid y el Sabadell que finalizó con 5-0 a favor de los locales.

Tras más de más de cinco años desde el primer partido del Atlético en su nuevo estadio, el 6 de febrero de 1972 se abría al fin al público la tribuna principal que permitía un aforo total de más de 60.000 espectadores, todos sentados, en el partido ante el Athletic Club de Bilbao que se llevaron los visitantes por 1-2.
A pesar de esta apertura, se estableció como fecha oficial para la inauguración del Calderón con las obras concluidas el 23 de mayo del mismo año en un encuentro internacional entre las selecciones de España y Uruguay en el que Valdez y Gárate dieron la victoria al combinado de Ladislao Kubala.

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