La mujer en los Juegos Olímpicos de la Antigüedad

En los Juegos de Olimpia, el veto para la mujer era una norma estricta y su participación y la asistencia a las pruebas estaba completamente prohibida. Las competiciones de los Juegos estaban concebidas para hombres y no se permitía la participación de mujeres, ni siquiera como espectadoras, debido a que los atletas competían desnudos.

A pesar de esta restricción, hubo un resquicio en el que tenía cabida la participación femenina. En concreto, se trataba de las carreras de cuadrigas donde, aunque no competían físicamente, aparecieron las primeras campeonas olímpicas, puesto que en estas carreras no se proclamaba vencedor a quien conducía la cuadriga, sino al propietario de los caballos. De este modo, una mujer con una buena condición económica, podía disponer de caballos en propiedad para poder competir en los Juegos Olímpicos. Este fue el caso de Cinisca de Esparta, Eurileónide de Esparta, Belistique de Macedonia, Timáreta de Elide, Teódota de Elide y Casia de Elide.

A pesar de que las mujeres tenían prohibida la asistencia a los Juegos en Olimpia, se tiene constancia de la presencia de una mujer entre los espectadores de los Juegos Olímpicos. Fue el caso de Calipatira, que consiguió acceder a Olimpia disfrazada de entrenador para seguir los progresos de su hijo Pisírrodo. Sin embargo, Clipatira fue finalmente descubierta cuando se dispuso a saltar la barrera para celebrar con su hijo la victoria y su ropa quedó enganchada, descubriendo su verdadero sexo.
Aunque esta afrenta se castigaba con la pena capital, Calipatira fue absuelta al tratarse de una mujer viuda cuyo padre, hermanos e hijo habían sido campeones olímpicos y por el valor de haber arriesgado su vida para ver competir a su hijo.

Paralelamente a los Juegos para los hombres, en Olimpia se desarrollaron unas competiciones exclusivas para mujeres denominadas Juegos Hereos en honor a la diosa Hera. Estos Juegos también se celebraban cada cuatro años al igual que los Juegos Olímpicos, si bien es posible que en su origen se hiciera anualmente, y competían en el mismo estadio en el que lo hacían los hombres, aunque ligeramente reducido.

Los Juegos Hereos tienen su origen en la decisión de Hipodamía de reunir a dieciséis mujeres para organizar la primera edición de los Juegos y hacer así un tributo a Hera por su boda con Pélope.
Estas ceremonias consistían únicamente en una carrera a pie que se dividía en tres tramos de edad; primero corrían las niñas, después las adolescentes y, por último, las mujeres jóvenes de más edad.

Tras la competición, las vencedoras eran condecoradas con una corona de olivo y se les entregaba parte de una vaca sacrificada a la diosa Hera, además de poder ofrendar estatuas con su inscripción o grabar sus nombres en tablillas que serían incrustadas en las columnas del Templo de Hera, escenario emblemático para los Juegos Olímpicos modernos puesto que es el lugar donde se realiza el encendido de la llama olímpica que llegará al pebetero del estadio que acoge la edición correspondiente.

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