Tal día como hoy hace 60 años España vivía en Barcelona uno de los primeros grandes acontecimientos deportivos a nivel mundial en el país con la inauguración de los II Juegos Mediterráneos.
El 16 de julio de 1955, el Estadio de Montjuich era testigo de uno de los acontecimientos deportivos más importantes de la historia del deporte español durante la dictadura franquista en una ciudad como Barcelona, que ya había mostrado su interés por la organización de eventos deportivos con, por ejemplo, sus candidaturas para albergar los Juegos Olímpicos de 1924 y 1936 o la celebración de las Olimpiadas Populares de ese mismo año.
Tras el fin de la Guerra Civil y la II Guerra Mundial y la reestructuración del deporte español bajo el amparo de la Delegación Nacional de Deportes, Barcelona volvió a mostrar su interés por acoger citas deportivas con la presentación de la candidatura para los II Juegos Mediterráneos que habrían de disputarse en 1955.
El Ayuntamiento de Barcelona comenzaba el 31 de enero de 1951 una aventura de más de cuatro años con la aprobación por unanimidad del pleno para presentar la candidatura para acoger los II Juegos Mediterráneos.
La idea fue muy bien acogida por Franco, que veía en la candidatura una clara opción de progreso en el desarrollo de la ciudad y en la mejora de la imagen internacional de España, muy deteriorada por el régimen dictatorial. De hecho, otros acontecimientos deportivos ya habían contribuido a esa mejora de la imagen en el exterior.
En este proceso para lograr la organización de los Juegos Mediterráneos tuvo una gran importancia la figura de Santiago Güell, Barón de Güell, que motivó a Barcelona a presentar su candidatura, como uno de los impulsores de esta nueva cita deportiva, e influyó, gracias a su posición como miembro del Comité Olímpico Internacional, en la decisión final, pues, pese a que el COI no intervenía directamente en la organización, sí otorgaba su apoyo y patrocinio. Además, el Barón de Güell fue nombrado presidente del comité organizador de los Juegos Mediterráneos de Barcelona aunque, lamentablemente, no llegaría a culminar su trabajo al fallecer un año antes de la inauguración.
La decisión final de la elección de la sede de los II Juegos Mediterráneos tuvo lugar en Alejandría durante la disputa de la primera edición en octubre de 1951. Barcelona se impondría por unanimidad de los miembros del Comité de los Juegos Mediterráneos a la candidatura de Grecia para albergar la segunda edición.
Finalmente, los II Juegos Mediterráneos se inaugurarían el 16 de julio de 1955 con la ceremonia de apertura en el Estadio de Montjuich. Aquella inauguración tuvo como principal aliciente la celebración de un nuevo ritual que consistía en cambiar el tradicional fuego olímpico por agua. El atleta Alberto Gurt fue el encargado de llenar un ánfora de plata con agua del Mediterráneo en el puerto de Ampurias que llegaría hasta el Estadio de Montjuich el día de la inauguración, siendo Sebastián Junqueras el último relevista, y que brotaría de una fuente instalada en la puerta de la maratón durante toda la competición.
Aquellos II Juegos Mediterráneos supusieron un empuje para el deporte español tanto a nivel organizativo como competitivo, después de que los deportistas españoles consiguieran 46 medallas, 12 de ellas de oro, una marca que estaría vigente hasta la edición de Túnez en 1967.
España acudió a Barcelona con nombres importantes en la historia del deporte español como Antonio Díaz Miguel o José Pérez Francés, aunque el gran dominador en aquellos Juegos fue el gimnasta Joaquín Blume merced a sus seis medallas de oro y a otra de bronce.
Para más información puede consultar la publicación de Juli Pernas “Barcelona 1955: el Jocs Mediterranis”: http://www.museuolimpicbcn.cat/upload/JocsMediterrani_WEB.pdf