Primera entrega de los Premios Nacionales del Deporte

La génesis de los Premios Nacionales del Deporte, que son entregados anualmente en la actualidad por el Consejo Superior de Deportes, hay que buscarla en la década de los años 20 del siglo pasado en Cataluña.

La eclosión del deporte español tuvo lugar durante los primeros años del siglo XX. El auge que experimentó el ciclismo y la introducción de deportes de procedencia británica, como el fútbol o el tenis, propiciaron la aparición de numerosos clubes que hizo necesaria la creación de federaciones deportivas que gestionaran los diferentes deportes y marcasen sus reglas de funcionamiento y campeonatos.
En este sentido, la organización deportiva en Cataluña fue pionera en España, pues una gran parte de estos nuevos deportes penetraban en el país por tierras catalanas. Debido a su importante crecimiento durante aquellos años, comenzaron a surgir numerosas entidades deportivas y federaciones en la región, poniéndose de manifiesto la creciente expansión de la actividad física y su complejidad organizativa.

Ante este panorama, nació la idea de la creación de un organismo que agrupase todas las federaciones y clubes catalanes y organizara las distintas expresiones deportivas para mejorar su desarrollo y crecimiento. Es así como el 21 de enero de 1922 se funda la Confederación Deportiva de Cataluña, resultante de la fusión de la Federación de Sociedades Deportivas y el Consejo Olímpico Catalán, para reunir a todas las entidades deportivas de Cataluña y dotarlas de un marco común.

Bajo la gestión de la Confederación Deportiva de Cataluña nacieron los primeros galardones que, años más tarde, serían adoptados por la Delegación Nacional de Deportes primero y por el Consejo Superior de Deportes después como dos de las categorías de los Premios Nacionales del Deporte.
El primer trofeo en aparecer fue la Copa Stadium, que surge en junio de 1923 por iniciativa de la revista Stadium como homenaje al fallecido periodista José María Casares y que premiaba a la sociedad catalana que realizase la manifestación de mayor trascendencia deportiva.
Tras la Copa Stadium, la Confederación Deportiva de Cataluña acordó en enero de 1924 la creación de la Copa Barón de Güell, en honor a su vicepresidente Santiago Güell i López, que había donado el trofeo, para premiar al deportista catalán que llevase a cabo el acto deportivo de mayor relieve durante el año.

Tras el estallido de la Guerra Civil y la victoria de Franco, la organización nacional del deporte cambió ostensiblemente. Desaparecieron instituciones de ámbito regional como la Unión Catalana de Federaciones Deportivas y aparecieron otras como el Consejo Nacional de Deportes en 1938, aún con la guerra abierta, que daría lugar en 1941 a la creación de la Delegación Nacional de Deportes de FET y de las JONS.
Dentro de las funciones y tareas que asumió la Delegación Nacional de Deportes se encontraba la asignación de premios anuales en el ámbito deportivo. La institución recientemente creada decidía reinstaurar la adjudicación de diferentes trofeos como medio para destacar no solo los méritos de los deportistas, sino también los de directivos y entidades deportivas. Así, la DND recuperaba en 1941 la Copa Stadium y la Barón de Güell de la desparecida Confederación Deportiva de Cataluña, adecuándolas al panorama nacional.

Desde su nacimiento, los Premios Nacionales del Deporte han sido entregados en solemnes ceremonias que con el paso del tiempo fueron ganando popularidad hasta convertirse en una gran fiesta del deporte español.

En los primeros años de la Delegación Nacional de Deportes, las ceremonias de entrega de los distintos trofeos pasaban desapercibidas para el gran público y no gozaban de gran trascendencia mediática.
La primera entrega tuvo lugar el día 1 de agosto de 1942 en el salón de actos de la Jefatura Provincial de la Falange Española en Barcelona y estuvo presidida por el general Coll Fuster en representación del Delegado Nacional de Deportes, José Moscardó. En esa primera edición, tan solo eran dos las categorías que estaban en vigor, la Copa Stadium y la Barón de Güell, que recayeron en el Fútbol Club Barcelona y Eusebio Millán respectivamente.

Esta ocasión se aprovechó para demostrar el interés del régimen franquista en el deporte y fueron numerosas personalidades políticas y de federaciones deportivas las que asistieron al acto. Cabe destacar el discurso del vicepresidente de la Delegación Nacional de Deportes, Santiago Güell, en el que relató la historia de los premios y su importancia para acentuar su continuidad en el futuro.

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